Sevilla profunda. Sevilla y
profunda. ¿Quién califica a quién? ¿Profunda a Sevilla o Sevilla a todo? Cuán acertado es el nombre de esta columna que le viene como anillo al dedo a la misma ciudad de Sevilla es de profunda y a lo de profunda eso de Sevilla. Hoy, este recorrido emocional se despereza con el atrevimiento de querer compartir contigo aquello que seguramente sabes y conoces mejor que yo. Este camino que hoy comienza no es ni más ni menos que el apacible paseo entre amigos que charlando se van a perder por las calles de la vieja ciudad en la que se erige desde hace siglos, faro de secano, la Giralda… Bueno, y la ex Torre Pelli. Tela.
En estos tiempos que corren en los que está de moda recorrer miles de kilómetros para visitar avenidas, rascacielos e inmensidades quiero que tú me acompañes y agarres mi mano, perdona que me sude pero entenderás que son los nervios, a la estrechez y a la angostura de los callejones, a los rincones y a las esquinas (capítulo aparte tiene la confusión sevillana de llamar en los bares a los rincones esquinas y a las esquina, rincones), a la charla pausada y al abrazo desmedido. Y lo mejor de todo que el escenario de esta historia, nuestra historia, atrezzo escogido con mimo, es maravilloso. Pocas luces de neón anunciando refrescos y justos selfies de barra de bar que nos recuerden lo vivido. Lo vivido y lo bebido, no nos vamos a engañar a esta altura de la película.
Llego a ti y tú a mí en un momento vital en el que peino canas, pelusa y carne. No tengo ninguna prisa ya. Llego casi a los cuarenta con la misma ilusión de un chaval de quince que se enamora de su compañera de pupitre. Tú, yo y Sevilla. Ya estoy cansado de las cosas en mi vida atropelladas, a las cremalleras atascadas y los dolores de cabeza al día siguiente. Cama ocupada y no llena. Esto será diferente, te lo juro; lo tuyo y lo mío a partir de ahora es cocinar con botella de mosto del aljarafe mientras se calienta el horno. A fuego lento, se nos va morir de envidia Ferrán Adriá de esto que vamos a tener tú y yo, de este tapeo que juntos vamos a degustar por los bares de la ciudad. Cañas y barro. Barras y cañas. Nos vamos a perder paseando, tardes de otoño y mañanas de primavera, por las calles húmedas donde crecen las enredaderas y se convierten en oasis estival al turista de sandalia y denuncia. Vamos a vivir esa profundidad de Sevilla de la mano, solos tú y yo; ¿te apetece?
Perdámosnos sin mirar el reloj ni el móvil. A partir de ahora tú, yo, Sevilla y la profundidad de los tres. Somos libres para comer croquetas en San Lorenzo, de Virgen de la Alegría a San Clemente derrapar y morir con la pringá apoyados en una columna del barrio de Santa Cruz. Aves aliñadas en Triana y besos, muchos besos. Pide media para los dos y unas tapas de caricias. Las ponen buena por aquí. Ah, y ensaladilla, que “una buena cocina en Sevilla tiene una buena ensaladilla”.
No va a ser fácil, eso quiero que lo sepas. Bien sabes, que como los novios que se están conociendo, es complicado hacerte sentir especial y no es fácil provocar en ti las ganas de seguir conmigo. Confía en mí. Dame un voto de confianza o un boto de Valverde del Camino, pero dame algo tuyo. Imagina que vamos caminando de la mano por la calle San Jorge y nos damos de bruces con el Callejón de la Inquisición. Una puerta, una bajada y nos miramos, y la miramos desde Triana. Lo podemos hacer estando tú en la cama antes de dormir o recién levantado, desayunando con legañas, prisas y café de cápsula. Cuando quieras y cómo quieras pero los tres; ya sabes: tú, yo y Sevilla. Acompáñame, anda, no te dejes querer más.
Vamos a saborear el vino con el maridaje perfecto de únicamente nuestra compañía y nuestra ciudad. No mires el reloj. ¡Quieto! Ese móvil quieto en el bolsillo. Te propongo una vida pausada sin teléfono, solos tú y yo. Y todo desde una columna; ¿tienes mejor plan? Brújula la del corazón que nos guía por Pasaje de Vila, el de Andreu no tiene salida, retrocede, Jamerdana y Judería. En el balcón del Rosina te digo eso de “No es verdad ángel de amor” y nos besamos en un banco de los Jardines de Murillo.
¿Te vienes? ¿Le decimos a Sevilla que hay una forma de contarla sin caer en tópicos y estereotipos que provocan en nosotros hartazgo? No sé si te he convencido pero me parece que no es casualidad que nos hayamos encontrado. Te muestro mi Sevilla con la condición de que tú hagas lo mismo. Tengo buenas intenciones, o no, pero da igual porque lo importante es sentir como la boca le sabe a uno a sangre, naranja y canela. Quiero que la boca me sepa a ti. Anda, no te lo pienses más, ¿quieres salir conmigo? Pues apunta; hoy es la fecha de nuestro aniversario.